lunes, 22 de enero de 2018

IDENTIDAD PROPIA, por Francisco Javier Díez de Revenga

El pasado 23 de diciembre, dentro del apartado que el diario La Opinión de Murcia dedica a los libros, el profesor Francisco Javier Díez de Revenga escribió este artículo sobre mi libro, La semilla del óxido.
 
Profesor Francisco Javier Díez de Revenga
                      
JOSE LUIS GARCÍA HERRERA (Esplugues, 1964) obtuvo el Premio Internacional de Poesía Miguel Hernández 2017 que ahora publica, bajo los auspicios de la Fundación del poeta en Orihuela, la editorial Devenir, que dirige, en Madrid, el murciano Juan Pastor. Se trata, en efecto, de un libro excelente que corona la ya consolidada trayectoria de su autor, un poeta dotado de una gran capacidad expresiva, aunque este libro, tras esas enigmáticas semillas de óxido que figuran en el título del volumen, somete la existencia y su mundo, a una severa revisión que desarrolla a los largo de unos poemas admirablemente construidos.
   En ellos es posible advertir las inquietudes que el poeta quiere urgentemente transmitir a su lector, sin duda para entenderse también a sí mismo, porque uno de los motivos centrales del libro es la búsqueda de la propia identidad, hasta el punto de que uno de los poemas, uno de los mejores, se titula sucintamente D.N.I., y es muy cierto que cuando un poeta se decide a escribir un poema así, está volcándose en caliente sobre su propio libro para llegar a su lector con la inquietud de su propia identidad. Y en esa identidad confluyen muchos elementos que la enriquecen y que la multiplican, como son la propia memoria y los olvidos, la visión de la realidad descarnada de accidentes en su propia esencia, la revisión detenida del propio vivir, del transcurrir por las calles de una ciudad con ventanas cerradas y ventanas abiertas. El poeta es entonces como un nómada, y son varios los poemas en los que se alude a la inestabilidad del espacio y el constante transcurrir de los días, de un lugar a otros, como un nómada transitando por caminos, descubriendo huellas que son los símbolos del pasado.
 
José Luis García Herrera
 
   Una de las inquietudes del poeta es su propia escritura, que no podía faltar en un autor de tan alta categoría como García Herrera, aunque se crucen en esa escritura los días lejanos del óxido y la escarcha, y la rueda del destino no gire con suavidad debido también a su propio óxido. Escribir para el poeta es un acto de fe o un acta de fe como ya se anuncia en el primer poema, y en ese mundo privado y propio, con el poema, están sus libros que son vidas y existencias, que están ahí a diario para superar el regusto agrio del olvido y del fracaso. Interrogarse sobre sí mismo, contar lo que el propio poeta intenta ser es superar el olvido con la memoria y construir la búsqueda de la propia identidad sobre objeticos bien logrados en este libro poético tan complejo como ensimismado, dominado por un ansia inagotable de introspección.
   La vida, la muerte, el ayer y el futuro, la existencia misma con su constante transcurrir se convierten en los objetos de la meditación constante de un libro que también contiene la evidencia de la realidad de un mundo compartido y gozado, un mundo vivido en el que el poeta se encuentra sí mismo, aunque descubra que vive entre las sombras de cenizas espantadas. Es el reto que se ha marcado un libro de poesía que apuesta nada menos, como es evoca en uno de los mejores poemas, sobre la esencia de la vida, en el que concluye que llegará la tibia luz de la mañana y desearás que el día no termine nunca, que no te abandone la esencia de la vida.
 
La semilla del óxido
 
   Destaca en el volumen su potente lenguaje, un idioma creado para contener en cada palabra la intensidad de contenidos simbólicos cargados de significados plurales, mientas las metáforas ya lexicalizadas de la vida van enriqueciendo la frase contundente y altamente designativa. Poderosa palabra poética mantenida y cohesionada a lo largo de todo un libro marcando un estilo propio, un estilo personal donde cada nombre, cada adjetivo vitaliza el lexema contiguo y más próximo. La alta esencia simbólica e imaginativa de una lengua tan bien construida como la de este libro permite seguir confiando en que la poesía de hoy, alguna poesía de hoy, en español, sigue creando y prodigando lengua, ennobleciendo y sublimando nuestro común instrumento de comunicación. Cualidad rara la de este es libro en este terreno que debe ser destacada. Como especial es también su extenso verso, de base alejandrina, que se distiende a lo largo de los poemas del libro con cohesión admirable y fluye con serenidad poema a poema hasta llegar a convertirse, ya en la penúltima sección del volumen, en unos excelentes poemas en prosa, expresivos y dotados de notable intensidad lírica, que en nada disienten del resto de los poemas de La semilla del óxido.

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